Cacao

Elaboración de las habas de cacao, algunas sencillas nociones

En los países de origen, las habas de cacao aún envueltas en su propia pulpa experimentan una fermentación natural y una sucesiva desecación, gracias a la acción combinada de levaduras y bacterias; al final de la fermentación, las habas se someten a un proceso de secado para reducir rápidamente la humedad y evitar que se enmohezcan. Una vez enviadas a los países donde se procesan, las habas se conservan en almacenes especiales, donde se limpian y se mantienen a temperatura y humedad controladas; a continuación, se llevan a cabo una serie de procesos, cada uno de los cuales tiene una función específica.

La planta del cacao pertenece a la familia Malvaceae, llamada «theobroma cacao». Es una planta que requiere unas condiciones ambientales especiales, sobre todo necesita luz, pero no luz directa, por eso las plantaciones se suelen cultivar en medio de platanales.
Los tipos principales son:
· Criollo, el más preciado y menos común, proporciona el mejor cacao y se define «aromático»;
· Forastero, es el menos preciado y produce cacao ordinario;
· Trinitario, es un híbrido entre los otros dos tipos y su cacao es de buena calidad.

Las habas de cacao están contenidas dentro del fruto llamado «cabosse» (vaina).

Procesamiento

· «tueste» para reducir aún más la humedad, esterilizar el producto y, sobre todo, desarrollar los aromas del cacao.
· Separación de la piel exterior (cáscara) de la semilla y molienda del grano obtenido de la separación de la cáscara.
· «prensado»: es la fase durante la cual se logra descomponer el cacao y se separa la parte seca, que se convertirá en cacao en polvo, de la parte grasa, que corresponde a la manteca de cacao.
· «mezclado», durante el cual se mezclan los distintos ingredientes del chocolate (cacao, manteca de cacao, azúcar y leche); recordamos que para que sea de calidad debe utilizarse exclusivamente manteca de cacao.
· «refinado», durante el cual la masa pasa por unos rodillos para reducir su granulometría.
· «conchado», que tiene por objeto mezclar y refinar aún más la masa y, sobre todo, contribuye a eliminar la mayor parte de los ácidos volátiles aún presentes, mejorar las sensaciones táctiles y, sobre todo, potenciar la aromaticidad.
· Por último, el «atemperado» para que el chocolate sea más liso, brillante y estable; esta fase permite distribuir la manteca de cacao de forma homogénea y obtener así una tableta que pueda partirse de forma limpia y precisa.
Estos procedimientos complejos, fruto de una larga experiencia, permiten obtener un chocolate listo para ser vertido en moldes, envasado y capaz de deleitar el paladar de los consumidores.

Historia

Historia del «cacao», un viaje en pos de descubrir los orígenes de una «leyenda» …
… actualmente un ingrediente común, antaño tan raro y preciado que se utilizaba como moneda de cambio…
Los botánicos datan la aparición espontánea del árbol del cacao en torno a 10.000 años a.C.: la planta se extendió inicialmente a lo largo del río Orinoco (Venezuela y Colombia) y más tarde fue bautizada como «kakawa» por los pueblos indígenas precolombinos de México. Las semillas o «habas» de esta planta mostraban propiedades tan innumerables y valiosas que se consideraron un producto «sagrado» entre la población maya.

Entre los hallazgos arqueológicos que se remontan al año 1500 a.C. aparecen por primera vez la palabra «xocolat» y los testimonios más antiguos de la elaboración de las habas de cacao, de las que se obtenía una bebida mezclando las habas trituradas con agua caliente, con la adición posterior de especias y miel para equilibrar el fuerte poder amargo del cacao.

En 1502, Cristóbal Colón, tras desembarcar en la isla de Guanaja, recibió como regalo de bienvenida por parte de la población indígena una bebida desconocida, amarga y especiada, considerada el tesoro más preciado que un hombre podía regalar a otro. Fue Hernán Cortés, entre 1525-1528, quien intuyó su valor económico, y llevó el primer saco de habas de cacao y las primeras herramientas rudimentarias para procesarlas ante el rey Carlos V de España.

¿Y en Italia…?
Gracias a las relaciones con España y a los matrimonios dinásticos entre herederos de casas reales, Italia fue uno de los países donde primero arraigó la tradición del chocolate. De hecho, fue probablemente Catalina de Austria, hija de Felipe II y esposa de Carlos Manuel de Saboya, quien llevó a Turín el rito del chocolate a la taza.
Sin embargo, el consumo de esta bebida permaneció durante mucho tiempo al alcance de pocos debido a su elevado coste, comparable al del oro. En 1678 fue Antonio Ari el primer chocolatero que recibió autorización para vender chocolate públicamente: la casa real de Saboya le concedió la primera licencia, pero sólo para el producto en forma líquida. A principios del siglo XVIII, el uso del chocolate se generalizó en los salones piamonteses y, poco después, Turín se convertiría en un centro de excelencia para la producción de chocolate a nivel continental, papel que conserva todavía hoy.
Los años siguientes vieron nacer numerosas marcas, que aún existen hoy en día, y que han escrito la historia del chocolate en Italia. Entre los lugares donde se desarrollaron las más importantes chocolaterías italianas en la primera mitad del siglo XX cabe mencionar sin duda: Novi Ligure, Bolonia, Perugia, Alba, Lecco y Modica.

Chocolate: «instrucciones de uso»

Cómo elegir el chocolate: ¡«La etiqueta»!

A la hora de elegir una tableta de chocolate, para satisfacer mejor sus preferencias, el consumidor, además de comprobar el porcentaje de cacao, debe consultar la etiqueta para verificar la calidad del cacao de origen y las «mezclas» que se utilizan; de hecho, estos elementos influyen de manera determinante en la calidad del producto acabado y, por consiguiente, también en sus características organolépticas. Es importante saber que los ingredientes que figuran en la etiqueta están siempre en orden cuantitativo descendente, por lo que una lectura atenta ayudará a orientar la elección.
Por ejemplo, en lo que se refiere al cacao, las mejores tabletas son las monovarietales de tipo «Criollo» (Porcelana, Chuao,…) en las que también se indica el país de origen (Venezuela, Colombia, Ecuador…).
A esto podemos añadir que, a raíz de una adecuación europea, actualmente la normativa prevé que se puedan utilizar otras grasas vegetales menos preciadas en lugar de manteca de cacao; afortunadamente, en un porcentaje no superior al 5 % y obligando a los chocolateros a indicarlo claramente en la etiqueta.
Se habla poco del elemento edulcorante y la mayoría de las veces nos referimos genéricamente al «azúcar», pero en realidad incluso este componente varía y a menudo determina la calidad de la tableta de chocolate. Sin adentrarnos en el mundo de los distintos tipos de azúcares y edulcorantes (que son muchos), es importante saber que la calidad de una tableta de chocolate también puede evaluarse leyendo la secuencia de ingredientes y, en lo que respecta al azúcar, ¡cuanto más abajo esté en la lista, mejor!

¿Negro o con leche? Tú eliges…

Pero al final, reconozcámoslo, nos encanta en todas sus formas, porque el chocolate es siempre una alegría para el paladar, el corazón y el cerebro. Cada uno de nosotros tiene sus gustos y en Italia hay dos «partidos», el del chocolate negro y el del chocolate con leche; basta pensar que el consumo anual per cápita es de 3 kg por persona (aproximadamente) y la preferencia entre el chocolate negro y el chocolate con leche se divide prácticamente en dos mitades iguales.

Pero, ¿cuál es la verdadera diferencia entre chocolate con leche y negro?

La diferencia es sencilla: en el caso del negro, la pasta de cacao debe ser al menos el 45 % del total, la manteca de cacao el 28 %, y a medida que aumente el porcentaje de pasta de cacao, se tendrá una sensación de amargor más pronunciada en la boca. El chocolate con leche es mucho más dulce, esto se debe a que, en su elaboración, además de pasta de cacao, la tableta contiene al menos un 12-14 % de sustancia seca de leche y alrededor de un 4 % de grasa láctea, y no sólo eso, también suele contener vainilla y azúcar para aumentar su dulzor.

También debemos recordar que cuanto más alto sea el porcentaje de cacao en el chocolate, tanto mayor será el aporte de proteínas, lípidos, hidratos de carbono, minerales y vitaminas del grupo B. Por supuesto, siempre hay que optar por un chocolate de calidad, sin ingredientes artificiales, con un alto porcentaje de cacao y, por tanto, menos manteca de cacao y azúcar. Para reconocer la calidad, el chocolate debe derretirse sin dejar sensación aceitosa en el paladar, el gusto debe ser rotundo y, en la boca, la estructura debe estar libre de grumos, independientemente del porcentaje de cacao contenido en la tableta (incluso con un 100 % de cacao).

Consejos para la conservación

Recomendamos guardar los productos de chocolatería en lugares frescos y secos, evitando la exposición al sol. Si se conserva correctamente, el chocolate mantiene sus características organolépticas incluso durante muchos meses, mientras que la humedad y los cambios de temperatura provocan inevitablemente la alteración de los componentes del chocolate, creando manchas en la superficie (el llamado «afloramiento») que, recordamos, aunque antiestético, no causa ningún problema al consumo. Una vez abierto el envase original, es oportuno envolver el chocolate en papel de aluminio y luego en película transparente.

Chocolate y salud

El cacao y todos los productos del cacao en general (algunos más que otros) son ricos en polifenoles, que son potentes antioxidantes. Los estudios clínicos han demostrado que estos elementos orgánicos tienen varios efectos positivos, ya que aumentan el colesterol «bueno» en detrimento del colesterol «malo» y reducen los procesos de oxidación. Además, se ha descubierto que estos productos ejercen una función beneficiosa sobre los tejidos de los órganos internos, estimulan la capacidad de aprendizaje y tienen una relevante función antiestrés.

Curiosidades

En la Italia del siglo XVI, el consumo de esta bebida «exótica·, de sabor amarguísimo, fue fuente de acalorados debates en los círculos eclesiásticos. En este caso, no había certeza sobre si debía considerarse bebida o alimento y, por tanto, si podía o no consumirse durante la Cuaresma… sólo la intervención del Papa Pío V, con una bula papal, aclaró que este «caldo indio» (como se le llamaba) podía consumirse.